ACTO SEGUNDO. ESCENA I. EDIPO, HYPARCO, PUEBLO, Coro. (Saldrá gran número de Tebanos, dirigiéndose al Panteon de los reyes, con pebeteros humeando, vasos sepulcrales, ramos de ciprés, etc. Entre tanto, al son de una música grave y patética, cantará el coro los siguientes versos; é inmediatamente despues se presentará en la escena EDIPO, acompañado de нYPARco, y cesará el canto.) ¡Qué tristeza tan plácida y suave Que mi sensible pecho atormentaba!... Sumisos precediendo á su monarca, (Mientras EDIPO haya estado diciendo los anteriores versos los Tebanos habrán salido sucesivamente del Panteon, donde habrán dejado las ofrendas, y se hallarán ya distribuidos en grupos por la escena. En cuanto se va EDIPO, vuelve á empezar la misma música, que acompañó antes el canto.) ESCENA II. HYPARCO, PUEBLO, CORO. CORO. Aplaca, Aplaca ya tus Manes ; Y escucha de tus hijos Las tristes voces y sentidos ayes! (Cada una de las cuatro estrofas siguientes deberá cantarse á una voz sola.) ESTROPA I. Al pie de tu sepulcro Te imploran como á padre, Con llanto de sus ojos Borrando los regueros de tu sangre. ESTROFA 11. Si blando á la clemencia Te halló siempre el culpable, Millares de inocentes De un solo crímen el indulto alcancen. ESTROFA III. Las Furias del Averno Se vengan implacables : Un rey cuando perdona Se asemeja á los Dioses inmortales. ESTROFA IV. A tí los tiernos niños, A tí las tristes madres, A tí tu pueblo todo Piedad demanda en tan amargo trance. CORO. ¡ Piedad, piedad, ó Layo!... (Al llegar á este punto, óyese un ruido sordo de pisadas, y los Tebanos sorprendidos suspenden el canto : ábrense con estruendo las puertas del Panteon, y sale EDIPO despavorido). Querido Edipo, á tu mejor amigo, A tu segundo padre?... Calma, calma Tan ciega turbacion... EDIPO. Dejadme todos: Mi propia angustia y mi dolor me bastan. (Desde este punto empiézase á dispersar el pueblo, hasta dejar solos en la escena á EDIPO y á HYPARCO.) HYPARCO. ¿Ves, Edipo?... Tu pueblo, que en sus males Con tu sola presencia respiraba, Y cual á tierno padre á tí acudia EDIPO. (Como volviendo en sí.) Hyparco!... HYPARCO. Sí; yo soy: ¿no me conoces ? Tu viejo Hyparco soy; quien en tu infancia Quien desde niño te imprimió en el alma Tu frente en estos hombros, que otras veces |