Mas al grabar su huella ensangrentada, La eterna maldicion le va siguiendo.
SACERDOTE (con tono de inspirado).
Oid, y temblad! Yo su cabeza
A los Dioses consagro del Averno, Sin que siquiera logre en su agonía Pasar las negras ondas del Leteo: Que en triste soledad y eterna noche, Sin patria, sin asilo, sin consuelo, Errante vague en la asombrada tierra, Y le nieguen los hombres agua y fuego; Hasta sus mismos hijos en su sangre El crímen lleven y el castigo horrendo; Y la execrable raza, maldecida,
Quede á los siglos cual padron eterno!
(Retírase el SUMO SACERDOTE; y poco a poco vanse disipando tambien los grupos de gente, yéndose por diversos lados.)
Yo os invoco tambien, Númenes sacros Que presidís en el oscuro reino,
Yo os invoco tambien !.. Mostrad al mundo Vuestro poder, terror de los perversos; Y el parricida atroz no halle refugio Ni de la tierra en el profundo centro.:: Por vez postrera sus culpables ojos Miren el resplandor del claro cielo;
La muerte implore, y ni la muerte quiera Poner fin á sus bárbaros tormentos!
¿Qué nuevo mal nos amenaza, Edipo ?.. Que hasta el palacio mismo llevó el eco Tus confusos acentos; y al oirlos, De terror y congoja me cubrieron.
Antes, amada esposa, ya los Dioses Ofrecen deponer su airado ceño; Y á la afligida Tebas amparando, Solo al crímen amagan justicieros.
¿Será posible que Yocasta vea
Un solo dia plácido y sereno, Y que logre abrazar sus tiernas hijas Excenta de temores y recelos?.. Ha un instante que inquietas y azoradas A mi triste regazo se acogieron; Y al querer estrecharlas, con espanto Las rechazaba mi agitado seno : Mi corazon leal una vez y otra Repitió su fatal presentimiento, Y una secreta voz dentro del alma Me anunció nuevas penas, males nuevos.
Tranquilízate, esposa ; y no así dobles Tú misma tus pesares, ofendiendo A los supremos Dioses, cuando pios Acogen hoy nuestro ferviente ruego : Salvos tus hijos, libertada Tebas, Vuelto á las leyes su sagrado imperio,
Seguro el trono, y la inocente sangre
¿Qué dices? ¿ será cierto?
Los Dioses la sentencia han pronunciado Del atroz regicida; y al momento Que se cumpla el oráculo terrible, Su brazo protector salvará al reino.
Logren mis ojos ver tan fausto dia; Lógrenlo ver, y satisfecha muero !.. Sí, Edipo, los pesares en mi alma Una herida cruelísima han abierto, Y miro con desden cuantos encantos Ofrecerme pudiera el universo.
No hay dicha para mí!.. Yo ví á mi esposo, Con honda herida traspasado el pecho, Entrar exangüe por las mismas puertas Que vió al salir ornadas de trofeos; Yo le escuché desde la negra tumba Pedir venganza con tremendo acento, Mientras ignoto, impune el parricida Quizá insultaba su sepulcro regio: Mas de sufrir los Dioses se cansaron A la maldad sacrílega; y abriendo Los diques á su enojo, en su venganza La inocencia Ꭹ el crímen confundieron. Un solo dia respiró la patria,
Y la dulce esperanza me dió aliento, Cuando vencido el sanguinario monstruo, Libertador y rey te aclamó el pueblo; Por en medio de ruinas y sepulcros El mismo me condujo al sacro templo, por la paz de Tebas y su gloria
Convertí en nupcial pompa el triste duelo.
¡ Mas cuán breve pasó nuestra ventura, Cuán breve, caro Edipo!.. Como un sueño Voló; y al despertar despavoridos,
Se mostró mas cruel el hado adverso.
¿Lo recuerdas, Edipo? El mismo dia En que vimos nacer un hijo tierno, Y con llanto de amor le bendijimos Como prenda de union y de consuelo; El mismo dia en que la triste patria El logro celebró de sus deseos, Viendo afianzada su futura suerte; En ese dia, de fatal agüero,
Parece que los Dioses contemplaron Con enojo y horror nuestro contento. Aun sonaban los cánticos de albricias En las sagradas bóvedas del templo, Y el pueblo enternecido encomendaba El niño augusto á la piedad del cielo, Cuando con ronco estruendo retemblaron De la tierra los íntimos cimientos, Y el rayo vengador del sumo Jove Confundió sobre el ara el sacro fuego. ¡Cuántos males de entonces, cuántos males Sobre nosotros, míseros, cayeron!
Y aun hoy mismo ¿quién sabe si mayores...?
No, Yocasta los Númenes supremos
Castigan y se vengan, mas no engañan ; No son hombres, Yocasta!.. Hoy ofrecieron Poner término y fin á nuestros males; Hoy término tendrán.
Pero no entre el temor y la esperanza Tan preciosos instantes malogremos,
En vez de apresurar el feliz plazo Con fe sincera y religioso ruego; Antes bien, á la voz de su monarca, A la tumba de Layo acuda el pueblo, Y con fúnebre pompa y sacrificios Sus indignados Manes aplaquemos.
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