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bien adornado, para el Gran Duque, y otro pequeño sobre el proscenio, adonde va de incógnito, esto es, cuando no quiere tener visitas. Vi la ópera de Ines de Castro, cosa indigna en cuanto al poeta: buen aparato y decoraciones, buenos bailes : la sala sin luces; en el patio hombres y mujeres en bancos; rumor contínuo; el público hace repetir los pasajes que más le gustan; á la entrada de la sala hay mesas de billar, café, etc. El teatro del Cocomero es más pequeño: malísimos cómicos, malísimos cantores. Allí vi representar Il Diavolo maritato à Parigi, farsa la más disparatada y necia que pueda verse: tuvo mucho aplauso y gran concurso, y el patio y los aposentos reian á un mismo tiempo. Vi echar por fin de fiesta el primer acto de una ópera bufa, y de alli á dos dias el segundo: vi la comedia de Federico II, fielmente traducida del original, con todas sus misiones morales, con todas sus extravagancias y desaciertos, con todas aquellas pinturas de hambre calagurritana: se llenó el teatro, y tuvo mucha aceptacion. ¡Oh, si Comella supiese que sus obras se declaman ya en las escenas de la docta Ausonia, qué dulce consolacion no sentiria! En la iglesia de Santa Cruz, donde se ven los sepulcros de Miguel Angel Buonarrota y de Galilei, se ha hecho otro, pocos años há, al condenado Machiavello. Empeñóse el Gran Duque Pedro Leopoldo en que habia sido un grande hombre, y que no era justo que su cuerpo estuviera olvidado en un rincon; mandóle hacer un gran sepulcro de mármol, con su retrato y una honorifica inscripcion.

El Arno atraviesa la ciudad, dejando una gran parte de ella al Sur y otra mayor al Norte es un riachuelo, que en el verano apénas lleva agua, y cuando se hincha sobrepuja los espolones de una y otra orilla, inunda las calles y causa estragos terribles en todo el contorno. El jardin del Gran Duque, llamado de Boboli, contiene una porcion de estatuas

muy considerable: está situado en un terreno muy desigual, tanto, que en muchas de sus calles es necesario ir con gran cuidado para no escurrirse y rodar: es frondoso, monótono

y triste. No hay alumbrado de noche en las calles.

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T. I.

CUADERNO TERCERO.

ROMA, NÁPOLES.

13. Salimos en posta á media noche: país quebrado, buen camino. Al dia siguiente pasé por Siena, ciudad donde, segun se dice, se habla con más pureza el toscano: no me detuve en ella, ni pude ver el anillo que el Niño Dios dió á Santa Catalina cuando se desposó con ella, reliquia preciosísima que se venera en la iglesia de Santo Domingo. Grandes pedazos de terreno incultos, ó desnudos de árboles; en donde hay cultivo, se ven moreras, viñas y olivos: en general es tierra de granos. Llegamos á las ocho de la noche á Poderina : posada miserable y puerca, mala cena, mala cama. Salimos el 15 á las seis de la mañana, subiendo y bajando grandes montes, donde se ve mucha aridez y poca poblacion. Ponte Centino es el primer lugar del Estado Pontificio, y el que se halla despues Aquapendente: todo el país muda de aspecto; muchos árboles, mucha amenidad y frescura, cascadas, valles frondosos, agradables vistas. Se halla despues el lugar de San Lorenzo Nuovo, poblacion fundada pocos años hace sobre una altura, desde donde se goza la hermosa vista del lago de Bolsena; bajando esta eminencia, se pasa por el antiguo pueblo de San Lorenzo, destruido y abandonado, y siguiendo la orilla del lago, pasé por Bolsena, que algunos quieren sea la antigua capital de los Volscos. Caminamos toda la noche.

16. Al amanecer nos hallamos á vista de Roma, que se descubre á gran distancia. El campo que se ve desde aquellas alturas está muy desnudo: pocos árboles, pocos pueblos; áun representa la imágen de la desolacion; su aridez anuncia demasiado que aquel ha sido muchas veces el teatro de la guerra, y que la gran Roma, señora del mundo, cayó de su antigua grandeza en manos de enemigos feroces. Buen camino, donde se ven algunos pedazos de la Vía Flaminia, sobre la cual está construido en partes. Atravesamos el Tibre por el Ponte Molo, que está en el mismo paraje donde estuvo el Puente Emilio, famoso por la batalla de Constantino contra Maxencio: entramos en Roma á las diez.

Estuvimos en ella muy pocos dias; y no habiendo tenido tiempo de ver y observar, sería fuera de propósito hablar de esto convido á mi lector para mejor ocasion con mis apuntaciones romanas. Bastará decir que en todos mis viajes no hallé posadero más ladron que el célebre Sarmiento, español, el cual nos desolló vivos en los pocos dias que estuvimos de hospedaje en su casa.

25. Salimos despues de comer, y en todo el camino de Roma hasta Albano, que es en muchas partes la Vía Apia, hallamos á un lado y otro, ademas de dos grandes acueductos, muchos sepulcros, templos y edificios romanos destruidos; y á la entrada de Albano, desde donde se ve la dilatada campaña de Roma, una gran mole, semejante á una torre, que se dice ser el sepulcro de Clodio: las cercanías de Albano son muy amenas y frondosas; en todo lo restante se hallan grandes pedazos enteramente incultos. Llegamos á las ocho de la noche á Velletri. ¡Oh! ¡ quién pudiera pintar la cara del posadero y las de sus criados, su tono grosero, áspero y desagradable, y más que todo, la avaricia sórdida que reinaba en aquella gruta de ladrones, donde fué me

nester ajustar ochavo á ochavo el cuarto, la cama y la cena de aquella noche! diligencia absolutamente necesaria en estos países, so pena de que á uno le pidan al salir cuanto se les antoje, sin conciencia, y lo que es peor, sin apelacion. La cena fué correspondiente á la cara del hosterero.

26. Salimos á las tres de la mañana; y á corta distancia, siguiendo un hermoso camino alineado de árboles, que va entre dos canales, nos hallamos en medio de las Lagunas Pontinas, donde, á pesar de lo mucho que se ha trabajado, logrando hacer capaces de cultivo muchos terrenos, queda tanto por disecar, que, en opinion de algunos, parece empresa imposible querer concluirlo. Las aguas cenagosas cubren grandes pedazos; en verano infestan todo aquel contorno los vapores que exhalan, y áun cuando yo pasé á fines de Octubre, olian mucho la niebla cubria los campos, y en invierno será un páramo horrible. Las tierras que se han podido usurpar á aquellos pantanos son fertilísimas; pero si se hubiese de hacer un templo á la diosa Calentura ó á la Amarillez, allí deberian hacérsele; y como Apolo se complacia con su patria Délos, y Vénus con Chipre, la Fiebre y la Hedema preferirian á cualquiera otro país las Lagunas Pontinas, como la más digna habitacion suya. Esta peste acaba antes de llegar á Terracina, poblacion situada á la orilla del mar, donde vi muchas casas nuevas, que anunciaban riqueza y prosperidad. De allí á dos leguas se pasa por Fondi, perteneciente ya al Rey de Nápoles, cuya principal calle es un resto de la Via Apia; sigue un buen camino, con montes desnudos á una y otra parte. Cerca de la poblacion llamada Mola di Gaeta se ve un gran sepulcro, muy destruido, que se cree ser de Ciceron, construido en el mismo paraje en que le mataron. Siguiendo adelante, se goza desde el camino la vista del mar, y á lo léjos se ven los montes cercanos á Nápoles y la isla de Ischia: á las orillas

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