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dictámen de mi lector. Cerca de esta iglesia está el palacio del Archiduque, con decoracion exterior sencilla y elegante. El hospital es un grande edificio, con fachada de ladrillo y portadas de piedra, más modernas que lo restante, y mal asociados los adornos griegos con los góticos; tiene un patio muy espacioso, con galería alta y baja, sostenida en columnas, que forman veinte y un arcos á lo largo y diez y nueve en lo ancho. En la capilla hay hermosas columnas de granito cárdeno y buenas pinturas; me dijeron que habia en camas mil trescientos sesenta y cuatro enfermos. En la portada de la cárcel pública vi las armas del Rey de España y las de la casa de Fuentes, y esta inscripcion: Philippo III. Hispan. Rege potentissimo, Fidei Catholicæ defensore, imperante. D. Petrus Enrriquez Azevedius Fontium Comes, externi belli victor et domestici extinctor invictus : dextera amabilis, sinistra formidabilis: bene agentibus distributis præmiis, improbis vero suppliciis, carcerum fores regiæ curiæ objecit ut Principis advigilantis oculus fidissima sit justitiæ custodia. 1605. Fuera de la que llaman Puerta Oriental hay un gran paseo, adonde concurre diariamente multitud de coches y gente de á pié; se parece bastante al pedazo del camino que hay desde la puerta de San Vicente á la fuente del Abanico: está en alto, como aquel; tiene dos calles de árboles á los lados, y será de aquella longitud, con poca diferencia; pero es mucho más ancho y sin cuesta; inmediato á él está el jardin público, bastante grande, con plantio de castaños, paredes de olmo, que forman várias calles y plazuelas, y grandes pedazos de céspedes; linda con el jardin del Conde Dugnani, que para que el público gozase de más hermosas vistas, hizo abatir las cercas, dividiéndole del jardin público por medio de un foso. Junto al mismo jardin está el nuevo palacio del general Belgiojoso, que fué ministro del Archiduque gobernador de Flandes. Es obra de

muy buen gusto: órden jónico, pilastras y columnas en la fachada principal, estatuas sobre la balaustrada que corona el edificio, y bajos relieves entre las ventanas del piso principal y segundo. Hay, además, en el mismo jardin una gran casa, donde se refresca, se come, se baila y se juega antiguamente era un convento. Los coches que vi en el paseo eran exactamente como los que se ven en el Prado de Madrid, ni mejores ni peores; pero aquí hay más lujo en materia de criados: no hay señorcillo que no lleve su par de lacayos, y otro par de volantes delante del coche, y alguna vez vi tres, con sus gorretas de volatin, sus vestidos blancos, y sus hachones de pez por la noche; y ve aquí cinco ó seis haraganes empleados en arrastrar á un podrido. Este es el uso que se hace de los hombres, como si el género humano abundase en demasía, como si no hubiera provincias desiertas, como si no faltasen manos al arado, al remo y al buril. El colegio de Brera, que hoy tiene título de universidad, perteneció antiguamente á los Padres de la Compañía: la iglesia es vieja y fea; pero el edificio adjunto, donde están las escuelas y habitaciones de los profesores, es cosa digna de la riqueza y la magnificencia jesuítica: gran patio, con galería alta y baja, sostenida por columnas pareadas; escalera espaciosa, bellos claustros, habitaciones cómodas: todo es grande y bello. Hay un jardin botánico, un buen observatorio, con excelentes instrumentos de París y Londres; una academia de artes, con escuela de diseño, y una librería pública, que me dijeron constaba de ochenta mil volúmenes las colecciones de historia, antigüedades, Biblias, Santos Padres, expositores é historia natural, me parecieron las más completas. Esta biblioteca se ha formado modernamente, y aun no están bien arreglados los indices: me dijeron que carecen de medios para aumentarla, y áun por eso noté algunos ramos de literatura muy incompletos, y hasta

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escasez de obras modernas. Tienen tambien una coleccion de medallas estimable. Fuí á visitar al abate Parini, profesor de bellas letras en este colegio, que ha adquirido reputacion por sus poesías, hombre de más de cincuenta años, alto, estropeado de piernas, gesto avinagrado : le sorprendió el motivo de mi visita. Los españoles viajan poco, y los que lo hacen, no suelen acostumbrar á dar molestia con su presencia á los hombres de mérito que hallan al paso: ¿para qué? ¿no basta visitar al banquero? La biblioteca Ambrosiana, que igualmente está abierta para el público, asciende á cuarenta y cinco mil volúmenes, la mayor parte de ellos colocados en una gran sala, segun sus tamaños, por lo que es imposible formar idea del mérito ó abundancia de las obras. que contiene: en una pieza separada están los manuscritos, y entre ellos los hay muy preciosos. Merece verse la coleccion de esculturas, pinturas y dibujos de los mejores artífices italianos, distribuida en dos grandes salones inmediatos á la librería bajos relieves de la columna Trajana, modelos de estatuas antiguas las más célebres, algunas obras de escultura de Miguel Angel, Algardi y otros; la forma de un dedo pulgar de la estatua colosal de bronce de San Carlos Borromeo, que está en Arona, junto al Lago Mayor: desde el nacimiento de la uña hasta la extremidad del dedo tiene una cuarta de longitud. Entre las pinturas son estimables los cartones originales de Rafael, de la Escuela de Aténas; varios cuadros pequeños de Breughel, que representan los cuatro elementos; varios países, flores, etc., cosa menudísima, ejecutada con la mayor delicadeza é inteligencia; una Adoracion de los pastores, de Bassan, etc., etc. En la iglesia de San Marcos hay cuatro ó seis cuadros excelentes. En la de San Fedele merecen verse unas columnas gigantescas de granito cárdeno, cosa preciosa; en las de San Antonio y San Francisco de Paula vi gran multitud de presentallas de pla

ta, colocadas en las paredes: piernas, brazos, ojos, manos, tetas, niños y caballeritos vestidos de militar, puestos de rodillas. En la de San Eustorgio hay un gran sepulcro, donde se dice que estuvieron enterrados los tres Reyes Magos, los cuales tres Reyes Magos fueron conducidos á Colonia por órden de Federico Barbaroja, cuando destruyó á Milan, en 1162. En la calle llamada Corsia de Porta Ticinese se ve el único monumento romano que existe en Milan, y es un pedazo de pórtico ó galería con diez y seis columnas corintias, y una inscripcion, colocada en uno de sus extremos, dedicada al emperador Lucio Vero. La iglesia de San Lorenzo, que está detras de este pórtico, tiene una gran cúpula octógona, cuatro tribunas, columnatas y escapadas por todas partes, que parece una jaula: algunos dicen que es obra de mérito; á mí, que no entiendo de arquitectura, me pareció ridícula, extravagante y llena de aquello que se llama licencias poéticas el púlpito, hecho de exquisitos mármoles, es cosa pesada y mazacota. Saliendo de la ciudad por la puerta inmediata á esta iglesia, se ve un gran pedestal con varios adornos de escultura, entre ellos el escudo de España y el de la casa de Fuentes: se erigió con motivo de la construccion del canal que está inmediato, destinado á facilitar la comunicacion con el Po, que no se ha podido lograr por varios motivos. La inscripcion, que está repetida en los dos vanos del pedestal, dice así: Philipo III. Hispaniar. et Indiar. maximo et potentiss. Rege Mediolani Duce regnante. D. Petrus Enrriquez Azevedius Provincia Mediol. Gubernator vel opere hoc præclaro Fontium Comes Verbani et Lardi huc ductas aquas irriguo navigabilique rivo Ticino et Pado inmiscuit, ubertatem et jucunditatem agrorum artificum studio publicas et privatas opes accessu et commercio facili amplificando. Hay dos teatros en Milan: el uno estaba cerrado; vi sólo el que llaman Teatro Nuevo, que es el mayor, destinado á la Ópera :

tiene una buena fachada, y un pórtico con un terrado encima, adonde puede salir la gente, en tiempo caluroso, á gozar del fresco. La sala es muy espaciosa, de forma elíptica, con cinco órdenes de palcos, y una galería alta sobre ellos, donde se acomoda la gente de librea: enfrente del teatro está el aposento del Archiduque, con buenos adornos de espejos y colgaduras; y contando éste, y otros ocho que hay sobre la escena, llega á ciento y noventa y cinco el número total de los palcos. Enfrente de la puerta de cada uno de ellos hay una pieza destinada para los criados, ó para guardar capas, sombreros, manteletas, etc., donde preparan los refrescos ó calientan los platos cuando quieren cenar, puesto que durante el espectáculo suelen entretenerse en jugar á los naipes en el mismo palco, ó en comer y beber. En un gran salon, y otros dos adyacentes, inmediatos á los corredores de los aposentos, hay cuatro mesas de billar, y otras pequeñas para naipes y otros juegos. El proscenio está adornado con cuatro columnas corintias, y en la parte superior hay un reloj, mueble muy incómodo para los poetas libertinos que no quieran ceñirse á la unidad de tiempo. La sala, exceptuando algunos casos extraordinarios, no tiene más luz que la que recibe del mismo teatro; el número de instrumentos de la orquestra varía, segun las ocasiones: el dia en que yo asistí á una ópera bufa, conté sesenta las decoraciones son lo mismo que las de Madrid, ejecutadas por los Tadeis: el coro, en el dia que yo estuve, se componia de veinte voces, y en algunas scenas del baile conté ochenta personas en el teatro; pero se me hace muy duro de creer que tal vez haya cuatrocientas, como dice Lalande, en su Viaje de Italia: he visto el teatro interiormente, y no me parece posible. Noté que el público tiene aquí libertad de hacer repetir los pasajes que más le gustan : no lo pide á gritos y bramidos, como los ingleses; pero lo insinúa no dejando el palmoteo hasta

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