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rior, pero sostenida por la fuerza de su union con las vecinas. Este sistema tiene muchos inconvenientes, pues pone al estado bajo una especie de tutela; mas sin embargo suele pro ducir un bien muy grande, pues los gobiernos que conocen su inferioridad se ocupan con mas cuidado de la administracion inte rior. El cuarto y último sistema es el estar una potencia en equilibrio con otra para la seguridad pública.

"Hallarse en este estado (dice el inmortal autor del Telemaco) y no ambicionar sa fir de él, es la situacion mas sábia y mas féliz. Sois el árbitro comun; todos vuestros vecinos. son amigos vuestros, y los que no lo son se hacen por ello! sospechosos á todos los demas, todo cuanto haceis parece que es l hecho para vuestros vecinos ya para, vuestros pueblos, os fortificais cada vez mas; yəsi, como es indudable, llegais á la larga, por me dio dei un gobierno sábio,á tener mayor fuerza en lo interior y mas aliados en el extérior que la potencia vecina émula vuestra, entonces es necesario asegurarse mas y mas. sen aquella sábia moderacion que os limita á. mantener el equilibrio da seguridad comun. Es conveniente no perder de vista los males que ocasionan las grandes conquistas dentro у fuera de los estados; el ningun fru

to que de ellas se saca; el riesgo que hay en emprenderlas y acordarse de la vanidad, inútilidad y poca duracion de los grandes imperios, y de los estragos que causan con su ruina.".choqli lob Dr

No se puede señalar un sistema invariable de política, pero hay principios de donde se puede sacar un plan de conducta seguro en cuanto lo permite la fragilidad de las cosas humanas. **stuseday

20Todas las incursiones de los pueblos conquistadores se han hecho siempre del Norte al Mediodia, y del Occidente al Oriente (68). Las potencias vecinas son naturalmente riva les, y por consiguiente enemigas, á menos que se hallen en una imposibilidad absoluta de hacer mal: por el contrario las potencias lejanas casi siempre estan ligadas por un interes comun. Sin embargo las guerras y las grandes revoluciones que sobrevienen en los estados pueden hacer que varie este órden natural. 9be

Ch La guerras es el mas atroz de todos los crímenes, pues provoca al asesinato de un sin número de hombres á menos que al pueblo que la hace node asistan motivos de rigorosa justicia, Puede ser continental ó marítima y muchas veces las dos cosas á un tiempo: para que sea justa es preciso que obli

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gue á ella un peligro inminente, la necesi dad de defenderse o de auxiliar á sus aliados, de vengar una violacion manifiesta del derecho de gentes, 6 de castigar los ultrages hechos á la magestad del imperio."

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Pero como los estados no son siempre bastante fuertes para pedir satisfaccion de los insultos que se les hacen, es necesario que los gobernantes sepan disimularlos, hasta tanto que se presente una ocasion favorable de volver por su honor; y que tengan bastante prudencia para ho emprender la guer ra mientras no vean que ésta puede ser mas ventajosa que la paz. Es necesario, pues, que la razon y la prudencia justifiquen las declaraciones de guerra, yique éstas precedan á la agresion, mas no á los preparativos. !

Si la prudencia de los magistrados supremos consiste en no declarar la guerra sino en tiempo oportuno, la del ministro de este ramo exige que tome tales disposiciones que nada falte al ejército; que dé á las fuerzas que se le han confiado tal direccion, que no comprometa la salud de la república con la pérdida de una sola batalla, como Pompeyo en Farsalia y Francisco primero á orillas del Tessino que conceda á los generales bastante autoridada para que se aprovechen de las ventajas que suele ofrecer la casualidad, y

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que se pueden malograr esperando las órdenes del ministro; que no admita, si es posible, estrangeros para la defensa del estado; y en fin, que sea mas útil con sus consejos qué con su valor.

• La guerra exige una grande celeridad en la ejecucion de las órdenes, y una disciplina severa, que (como dice Valerio Máximo) es la madre de los triunfos (69). Por esta razon se ha instituido la jurisdiccion militar, cuyas fórmulas rápidas son los únicos garantes del ejército contra las maquinaciones de la malevolencia y de la traicion. Estas fórmulas son odiosas en el órden civil, pues dejando apenas tiempo para reflexionab, serían un instrumento terrible en manos de la tiranía. La salud de los ciudadanos exige que no sean admitidas en el órden civil, así como la salud del ejército obliga á emplearlas en los asuntos puramente militares.

(La guerra puede ser ofensiva 6 defensiva. Ofensiva es la que se hace fuera de las fronteras; y es útil cuando la nacion á quien se ataca está debilitada ó es poco poderosa, pero que tiene lo suficiente para subvenir á las necesidades de las tropas. Defensiva es cuando se espera al enemigo en su propio territorio. Si fuese. mas fuerte 6 tuviese un ejército mas numeroso es muy conveniente dejar

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que se interne, á fin de que teniendo que ocupar una línea mas dilatada, se debilite y se le pueda vencer mas facilmente. Cuando la entrada es consecuencia de los progresos del enemigo, es necesario que la nacion invadida se abstenga del funesto sistema de defensas parciales, y que haciendo callar por el interes comun los consejos de un egoismo mal entendido, reuna como en un solo foco todos los recursos públicos y particulares (70)

El objeto de la guerra es la victoria, el uso mas honorífico que se puede hacer de ésta es dejar á los vencidos todo lo que en ningun tiempo puede causar perjuicio al vene cedor; y preparar por medio de la modera eion, la generosidad y los miramientos de bidos á la desgracia, una pronta y recíproca reconciliacion (71).

Las reglas generales para hacer la guerra con utilidad se reducen1á poner eficazmente todos los medios para concluirla (72); á no dejar al enemigo plazas fuertes especialmente á retaguardia; á no desperdiciar una ecasion favorable de hacer la paz; á no exponer el ejército por demasiada confianza en su propia fuerza, ó por un desprecio indisereto de un enemigo que parece débil (73); á tener tropas frescas de reserva á fin de na ser envueltos por la constancia del enemis

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