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las innumerables generaciones de plantas y animales que se forman en su derredor; las aguas contenidas en sus límites sin que pueda adivinar por qué fuerza; las estaciones que se suceden periódicamente; y el globo, que hasta entonces no le habia parecido sino una masa informe, dirigido con un órden admirable, concibió la idea de una Inteligencia suprema.

Separémonos por un momento de todos' los sistemas religiosos, y en especial del dogma de la revelacion, y abandonemos al hombre á sus primeras ideas: á quién dirigirá sus votos, sino á ese astro benéfico que le suministra la luz, le fecundiza sus campos con su dulce calor, y hace madurar sus frutos? Si alguna vez en medio de la noche se despierta y gusta el placer celeste de contemplar su compañera á favor de un dulce crepúsculo, el astro melancólico que le presta su pálida luz le inspira el reconocimiento. Esta consideracion, que llega á entusiasmarle, le hace que mire como divinidades á esos cuerpos celestes á quienes cree deber la conservacion de su existencia y su feli cidad.

El primer hombre espira, y su esposa é hijos poseidos de una sorpresa estúpida intentan en vano restituirle el aliento que ha

perdido. En vano quieren despertarle; en vano, bañados en llanto, se precipitan sobre su cuerpo helado. Aquellos ojos en donde veían pintada la expresion del amor y de la ternura, se han cerrado para siempre; aquella boca que tantas veces les llenó de caricias, está muda y descolorida!.... Entonces conocen el imperio de la muerte; y ¿quién les dará fuerzas bastantes para soportar una desgracia tan terrible? La esperanza de que algun dia las divinidades que adoran les recompensarán de tan gran dolor.

I

Apenas sale el hombre de las manos de la naturaleza, cuando ya se consuela con la esperanza de sobrevivirse á sí mismo.

Hasta entonces el padre de familia, que por su edad y su experiencia exigía la sumision mas absoluta, había reinado como un só, berano legislador sobre sus hijos y sus nietos. Esta facultad debia pasar á los mayores en edad, y empezaron á disputársela. El uno, acostumbrado á dirigir los sacrificios, instruido en las observaciones astronómicas, y mostrando sus cabellos blancos, intenta persuadir que Dios quiere expresamente que él sea el gefe, pues que ha nacido el primero. El otro, extendiendo su brazo vigoroso y alzando su voz terrible, declara que la fuerza le adjudica la soberania: todos tiemblan, y se

erige el primer trono para que le ocupe el primer rey (29).

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Pero bien pronto decaen las fuerzas del temido monarca; sus hermanos menores no tiemblan ya á sú vista, y piensan por el contrario que los beneficios del mando son otras tantas porciones de su herencia, y que to dos tienen igual derecho á él. Tales han sido las primeras ideas que condujeron a los hombres del gobierno paternal á la teocracia, de ésta á la monarquía, y despues á la poliarquía (30).

La particion de herencias entre muchos hijos ó entre muchas familias da origen al sistema de sucesion, y es un nuevo germen de disensiones. La avaricia, la ambicion, el amor mismo se conjuran contra el reposo del hombre.

Á medida que se aumenta la poblacion, se multiplican las pasiones, los errores y los crímenes. De enmedio de este caos camina' el hombre á la civilizacion, reconoce la inmensidad de la tierra, calcula la marcha de los tiempos (31), explica el mecanismo del universo, determina su antigüedad,'y se consuela cultivando las ciencias, las artes y la filosofia.

Los derechos del hombre en sociedad se caracterizan mejor, al paso que esta última

eiencia hace progresos. Los gefes de las fa milias reconocen que los gobiernos, provisionales establecidos son viciosos, que las leyes son imperfectas, que es necesario fijar el ob jeto de la asociacion; y algunos filósofos, cuyos nombres no ha conservado la historia, toman á su cargo la ardua empresa de dirigir á los hombres segun los principios exactos de justicia solfomača le

Por otra parte, la necesidad obligaba á adoptar este sistema, que descansa enteramente sobre las ventajas que trae consigo el estado de civilizacion, y que no pueden ser dudosas á los ojos del observador.,

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En efecto, es mucho mas dificil al hombre selvage que al civilizado satisfacer sus necesidades. Entre los primeros no consiste la pobreza en la simple privacion de lo que agrada,usino que muchas veces, les condena ás las cruel extremidad de tener, que abandonar sus hijos, susiancianos y sus enfermos, exponiéndolos, á morir de hambre ó á ser devorados por las bestias feroces. Por el contrario, en el estado de civilizacion aunque un número considerable de individuos esté ocioso, la sábia distribución de los medios facultades de cada uno en particular, hace que, todos encuentren en abundancia, no solo las cosas útiles y de primera necesidad, sino,

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aun aquellas que deben hacer la vida mas agradable.

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Por esto la sabiduría de los gobiernos, como simple administracion, consiste en el modo de formar una proporcion entre los que trabajan y los que están ociosos, tenien do presente la naturaleza, extension y situacion del territorio; en la distribucion del trabajo, y en el desarrollo que se debe dar á la industria, que se divide en dos clases, á saber: la de los campos, que es la Agricul tura; y la de las ciudades, que es el Comercio.

La experiencia revela al hombre estas verdades importantes, enseñándole al mismo tiempo que, por muy perfectas que sean las leyes, el reposo de las familias y la gloria del estado estriban en la opinion, en la que es necesario dirigir á los pueblos á fin dé que juzguen de las acciones humanas de éste ú de aquel modo. La ciencia moral fortalece los lazos que unen al hombre con la sociedad.

La moral, temiendo los efectos de un amor prematuro, prohibe en unas partés al hermano unirse con su hermana: en otras á fin de que no se pierda la belleza de las castas, condena al padre que manifieste una pasion incestuosa por su hija, y al hijo por

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