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(154) Dico enim vobis quia, nisi abundaverit justitia vestra plusquàm Scribarum et Pharisæorum, non intrabis in regno cælorum. (S. Luc. cap. 6).

(155) Sollicitudine non pigri, spiritu ferventes, tamquàm Deo servientes. (S. MATH. cap. 5).

(156) Dilectio sine simulatione, odentes malum, adhærentes bono. (S. PAUL. ad romanos).

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(157) Non ampliùs invicem judicemus, sed hoc cogitate magis ne paretis offendiculum fratri vel scandalum.

Nihil agat in operibus injuriæ. (Eccles. Ibid).

(158) Videte et cavete ab omni avaritiâ......... Quæ autem parâsti, cujus erunt? (S. Luc. cap. 12.) Avaro autem nihil est scelestius. (Eccles).

(159) Juvenilia desideria fuge. (S. PAUL. ad Thi moth. Ep. 2, cap. 1).

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(160) Non occides, non mæc haberis, non furtum facies, non falsum testimonium dices. (Exod. C20., S. Luc. cap. 18). 02

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(161) Hoc est præceptum meum ut diligatis invicem sicut dilexi vos: majorem hanc dilectionem nemo habet ut animam suam ponat pro amicis suis. (S. JOAN. cap. 15).

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(162) Si esurierit inimicus tuus, ciba illum; si sitit, potum da illi. (S. PAUL. cap. 12).

(163) Beati qui persecutionem patiuntur propter justitiam, quoniam ipsorum est regnum cælorum. (S. MATH. cap. 5).

Beati qui lugent, quoniam ipsi consolabuntur. (Id.).

(164) Roemer y Bradley han calculado la paralaxe de la estrella llamada el Dragon, y demostrado que su luz tardaba seis años en llegar hasta nosotros. Si consideramos que la luz solo gasta 7 minutos para andar 33 millones de leguas, se podrá formar idea de la enorme distancia que nos separa de dicha estrella y de la inmensidad del Universo?

El docto dinamarqués Olao Roemer, llamado á Francia por Luis XIV, probó que la luz del sol empleaba siete minutos y medio para llegar hasta nosotros. Habiendo observado la inmersion de uno de los satélites de Júpiter detras de aquel astro, y calculando en seguida el tiempo que tardaba la luz en venir desde allí hasta la tierra; averiguó que al cabo de seis meses despues de haber recorrido la tierra la mitad de su órbita, se encontraba ésta á 66 millones de leguas mas allá del punto en que habia hecho su primera observacion. Hizo otra nueva, y notó que la luz de dicho satélite tardaba un cuarto de hora en venir hasta sus ojos; es decir, que en este tiempo andaba 70 millones de leguas; y como el sol está en medio del gran círculo que recorre la tierra, dejó demostrado que su luz nos flegaba en la mitad menos de tiempo; es decir, en siete minutos y medio.

(165) En los templos de Saïs se leía esta inscripcion. "Yo soy todo lo que ha sido, es y será, y hasta ahora ningun mortal ha descorrido el velo que me cubre." (Plat. p. 354 de Isid. et Osirid).

(166) Los Brachmanes y sus sucesores los Bramines.

(167) ZOROASTRO. (V. HID. relat. vet. pers. pág. 64 &c).

(168) V. TIM. de anima mundi. PLAT. in Tim. ANAXAG. apud PLUT. de Plac. philos. I. 1, c. 7, t.. 2, p. 88. V. CICER. de naturâ deorum, Nulla gens est tàm fera quæ non, etiamsi ignoret qualem Deum habere deceat, tamen habendum sciat. (Cic. de Di vin. 105).

O qui res hominumque deûmque

Æternis regis imperiis et fulmine terres!

O Pater, ô hominum divûmque æterna potestas! (VIRGIL).

HORACIO dice:

- Undè nihil majus generatur ipso,

Nec viger, quidquam simile aut secundum.

Deprehendetis, invenietis omnia prospera evenisse sequentibus deos, et adversa spernentibus. TIT. LIV., 1. 3.

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(169) PAUSANIAS, tom. 2 pág. 284.

(170) Demonak decia: "nos desvivimos por averiguar de qué modo ha sido hecho el mundo, y

no procuramos saber cómo hemos sido hechos nosotros, que es lo que mas nos importa."

(171) Hay señales tan visibles de una sabiduría y de un poder extraordinarios en todas las obras de la creacion, que cualquiera criatura racional que se detenga á considerarlas atentamente, no podrá menos de descubrir en ellas al autor de tantas maravillas. La impresion que el descubrimiento de un Ser semejante debe causar necesariamente en todos los que hayan oido hablar de él una sola vez, es tan grande y dá márgen á una série de reflexiones de tanto peso y tan dignas de ser sabidas de todo el mundo, que me parece enteramente extraño que se pueda encontrar sobre la tierra una nacion de hombres tan estúpidos que no tengan idea alguna de Dios; así como me parece increible que haya hombres que no tengan idea de los números ni del fuego. (LocкE ent. hum. lib. 1 c. 3).

-Existir por sí mismo, poderlo todo, y querer con una sabiduría infinita, son las perfecciones adorables de la causa primera. El universo emana esencialmente de esta causa, y en vano buscaremos en otra parte la razon de lo que es. Por todas partes observaremos órden y fines; pero este orden y estos fines son un efecto, ¿cuál es pues el principio? (BONNET. contempl. de la nat.).

-La armonía del universo ó las relaciones que tienen entre sí las diferentes partes de este vasto edificio, prueban que es una la causa: el efecto de esta causa es uno tambien; luego el universo es un efecto. (Ibid c. 3).

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-El ojo humano no tiene ninguna de las imperfecciones de nuestros instrumentos ópticos; y comparándole con ellos veremos que la verdadera razon que tuvo la Sabiduría divina para emplear en su construccion diferentes materias transparentes fué para que no tuviese ninguno de los defectos que caracterizan á todas las obras del hombre. ¡Qué objeto tan digno de admiracion; y con cuánta razon el Salmista hace esta pregunta: El que hizo el ojo sería por ventura ciego? Sin embargo, los ateos tienen la osadía de defender que los ojos y el mundo son obra del puro acaso. (EULER).

-Os preguntaré ademas ¿qué viene á ser el acaso? ¿es por ventura un cuerpo, ó es un espíritu? Cuando una bola choca con una piedra, se dice que es casualidad......... y no podría yo sospechar que ella se mueve por sí misma ó por el impulso del brazo que la ha lanzado? Esta bola no se ha podido poner en movimiento por sí sola, ó no le tiene por su naturaleza cuando puede perderle sin que ésta cambie. Es pues verosimil que se mueva por otros medios y por una potencia que le es extraña. Y si los cuerpos celestes llegasen á perder su movimiento ¿cambiarían de naturaleza? ¿ dejarían por eso de ser cuerpos? Yo por mí no lo creo. Sin embargo, ellos se mueven, y no lo ejecutan por sí mismos ni por su naturaleza; sería pues necesario averiguar, oh Lucilo, si existe un principio exterior que los obligue á moverse. Cualquiera que sea el que encontreis, yo le llamaré Dios.

(172) Tom. 29, pág. 112.

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